Los amigos Gabo y Fidel #LibretaDeReportero

Una nota de EFE publicada en el sitio de 24-horas.mx revela la amistad entre Gabriel García Márquez y Fidel Castro Ruz. La información no tiene desperdicio. Debes leerla.

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Amistad entre Gabo y Fidel Castro, al descubierto en el archivo del nobel

EFE | Octubre 25, 2015

El archivo no solo contiene material gráfico con el líder revolucionario, sino también libretas con anotaciones inéditas sobre sus viajes a Cuba, además de un discurso y tres artículos mecanografiados por el propio Castro

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Amigos

AUSTIN. Por su amistad con Fidel Castro, a Gabriel García Márquez le vetaron la entrada a Estados Unidos durante años. Ahora, con la apertura del archivo personal del nobel colombiano, precisamente en Texas, quedaron al descubierto sus momentos más íntimos con el revolucionario cubano.

“De Fidel hay muchísimo”, explicó a Efe Daniela Lozano, una de las archiveras del Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin, que durante el último año ha catalogado los manuscritos, cartas, fotografías y demás objetos del archivo que esta institución adquirió a la familia de García Márquez.

El líder cubano aparece con frecuencia en los cuatro álbumes titulados “La Habana”, con fotos de los dos en ambientes familiares: relajándose en un yate o asando una cabra.

En otro álbum, llamado “Fidel – Birán”, se documenta la visita que Castro y García Márquez hicieron en 1996 a la pequeña localidad en la que nacieron el ex presidente cubano en 1926 y el actual mandatario, Raúl Castro, cinco años después.

Castro también aparece en el álbum titulado “Amigos”, junto a otras fotografías de García Márquez con Woody Allen, Carmen Balcells, Luis Buñuel, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Graham Greene, Milan Kundera o Pablo Neruda; y en el álbum “Gabo con presidentes”, departiendo con Bill Clinton o Mijail Gorbachov.

“La figura de García Márquez como amigo de Fidel es algo sobre lo que se ha escrito mucho, pero no se ha profundizado”, afirmó a Efe Gabriela Polit, profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas, al afirmar que los archivos “hay que verlos con calma” y que “pueden dar lindas sorpresas”.

García Márquez formó parte del grupo de periodistas que fundó la agencia de noticias cubana Prensa Latina poco después del triunfo de la revolución, en 1959.

Empezó en Bogotá, y en 1961 abrió las oficinas de la agencia en Nueva York, momento en el que el FBI, dirigido por Edgar Hoover, empezó a seguir todos los pasos del escritor colombiano por su afiliación a la Cuba de Fidel Castro.

El propio Hoover firmó la orden el 8 de febrero de 1961 de que “en caso (de) que (García Márquez) entre a Estados Unidos por cualquier motivo, el FBI debe ser avisado de inmediato”, según una investigación reciente publicada por The Washington Post.

Años más tarde, ya instalado en Ciudad de México, Estados Unidos le negó el visado de entrada al país por su cercanía con Castro. Un veto que levantó Bill Clinton, reconocido admirador del nobel colombiano, después de ser elegido presidente.

“García Márquez escribió una novela -‘Cien años de soledad’- que terminó siendo la novela favorita de Bill Clinton, que hizo que todas las exclusiones que él sufrió para entrar en Estados Unidos se eliminasen para poder invitarlo a la Casa Blanca y hacerse amigo suyo”, relató a Efe César Salgado, profesor puertorriqueño de la Universidad de Texas.

El archivo personal de García Márquez no solo contiene un rico material gráfico con el líder revolucionario, sino también libretas con anotaciones inéditas sobre sus viajes a Cuba, además de un discurso y tres artículos mecanografiados por el propio Castro.

“Él tenía la facilidad de hablarle al oído a los poderosos. Por alguna razón desarrolló esa habilidad particularmente con Fidel”, dijo Salgado, al constatar que el escritor intercedió para ayudar a disidentes a salir de la isla o con la fundación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños.

El propio Castro, en 2008, calificó una visita de García Márquez y su esposa, Mercedes Barcha, como las “horas más agradables” desde que enfermó en 2006 y tuvo que delegar todos sus cargos.

En entrevistas y artículos, Gabo alabó siempre la “inteligencia política” de su amigo, su “instinto” y su “curiosidad infinita”, al tiempo que lo acompañó a discursos, fiestas y eventos.

Los momentos más íntimos de esa relación, que traspasó la camaradería y se convirtió en una amistad a prueba de fuego, quedaron desde esta semana al descubierto con la apertura de su archivo personal en Texas.

#MiLibretaDeReportero Gabo, el día que asesinaron a Guillermo Cano

Por estos días concentro algunas lecturas sobre la vida y legado del periodista colombiano Guillermo Cano Izasa, de quien escribiré en distintos momentos en este blog.

En este post de Buscando Chivas retomo un fragmento De mis memorias: Guillermo Cano, texto leído por Gabriel García Márquez durante el homenaje rendido al director de El Espectador, asesinado por las balas del cártel de Medellín el 17 de diciembre de 1986:

“Durante casi cuarenta años, a cualquier hora y desde cualquier parte, cada vez que ocurría algo en Colombia mi reacción inmediata y certera era llamar a Guillermo Cano por teléfono para que me contara la noticia exacta. Siempre, sin una sola falla, salía del teléfono la misma voz: ‘Hola, Gabo, qué hay de vainas’. Un mal día de diciembre pasado, María Jimena Duzán me llevó a La Habana un mensaje suyo, con la solicitud de que escribiera algo especial para el primer centenario de El Espectador. Esa misma noche, en mi casa, el presidente Fidel Castro estaba haciéndome un relato absorbente en el curso de una fiesta de amigos, cuando oí, casi en secreto, la voz trémula de Mercedes: ‘Mataron a Guillermo Cano’. Había ocurrido quince minutos antes y alguien se había precipitado al teléfono para darnos la noticia escueta. Apenas si tuve alientos para esperar, con los ojos nublados, el final de la frase de Fidel Castro.

“Lo único que se me ocurrió entonces, ofuscado por la conmoción, fue el mismo impulso instintivo de siempre: llamar por teléfono a Guillermo Cano para que me contara la noticia completa, y compartir con él la rabia y el dolor de su muerte”.

Escrito por el Premio Nobel de Literatura en 1987, en homenaje a Guillermo Cano Isaza.