#MiLibretaDeReportero Gabo, el día que asesinaron a Guillermo Cano

Por estos días concentro algunas lecturas sobre la vida y legado del periodista colombiano Guillermo Cano Izasa, de quien escribiré en distintos momentos en este blog.

En este post de Buscando Chivas retomo un fragmento De mis memorias: Guillermo Cano, texto leído por Gabriel García Márquez durante el homenaje rendido al director de El Espectador, asesinado por las balas del cártel de Medellín el 17 de diciembre de 1986:

“Durante casi cuarenta años, a cualquier hora y desde cualquier parte, cada vez que ocurría algo en Colombia mi reacción inmediata y certera era llamar a Guillermo Cano por teléfono para que me contara la noticia exacta. Siempre, sin una sola falla, salía del teléfono la misma voz: ‘Hola, Gabo, qué hay de vainas’. Un mal día de diciembre pasado, María Jimena Duzán me llevó a La Habana un mensaje suyo, con la solicitud de que escribiera algo especial para el primer centenario de El Espectador. Esa misma noche, en mi casa, el presidente Fidel Castro estaba haciéndome un relato absorbente en el curso de una fiesta de amigos, cuando oí, casi en secreto, la voz trémula de Mercedes: ‘Mataron a Guillermo Cano’. Había ocurrido quince minutos antes y alguien se había precipitado al teléfono para darnos la noticia escueta. Apenas si tuve alientos para esperar, con los ojos nublados, el final de la frase de Fidel Castro.

“Lo único que se me ocurrió entonces, ofuscado por la conmoción, fue el mismo impulso instintivo de siempre: llamar por teléfono a Guillermo Cano para que me contara la noticia completa, y compartir con él la rabia y el dolor de su muerte”.

Escrito por el Premio Nobel de Literatura en 1987, en homenaje a Guillermo Cano Isaza.

#AnálisisDeDiscurso Cuando la lengua no conecta con el cerebro

Dice el gobernador Javier Duarte sobre el alza del Impuesto a la Nómina:

— “Este impuesto lo van a pagar los ricos que en su inmensa mayoría no son veracruzanos; además irá dirigido a los que más lo necesitan y a los que menos tienen, que esos sí son veracruzanos”.

— “Los ricos que en su inmensa mayoría no son veracruzanos…”. [Supongo se refería a Gabriel Deantes, el tamaulipeco secretario del Trabajo, Previsión Social y Productividad de Veracruz].

— “…además irá dirigido a los que más lo necesitan y a los que menos tienen, que esos sí son veracruzanos”. [Creo que acá se refiere a los que tenemos que cargar con las pillerías de los que trabajan en su gobierno].

#CRÓNICA La caída del Bell 340 XC-VER

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Fotografía de Eduardo Martínez

La frecuencia radial de los cuerpos de emergencia comenzó a registrar la caída de un helicóptero a las 18:45 horas del martes.

En minutos, la noticia había sido confirmada con detalles. La aeronave se desplomó en un predio de la comunidad Dos Ríos del municipio Emiliano Zapata.

El propio gobernador Javier Duarte daba entonces la funesta cifra en su red social Twitter: los dos tripulantes habían muerto.

Se trata de los capitanes David Barreda y Fausto Calderón, quienes pilotaban el helicóptero modelo Bell 430 con matrícula XC-VER, propiedad del gobierno de Veracruz.

La aeronave se había desplomado a unos 600 metros en línea recta del Palacio Municipal de Emiliano Zapata que se ubica a un costado de la carretera federal Xalapa-Cardel.

Los pilotos habían despegado del aeropuerto de El Lencero, con destino que aún no se ha precisado, sin más tripulantes abordo.

El accidente ocurrió todavía con luz natural, aunque en la zona se registraba intensa neblina que no complicaría las maniobras de la aeronave pues los capitanes acumulaban notable experiencia. No por nada eran de los pocos pilotos de la Dirección General de Aeronáutica Civil del gobierno de Veracruz en haber sobrevolado el Popocatépetl.

Ambos perdieron la vida al impacto del Bell 430 –aeronave para cinco plazas— justo en un predio ubicado entre dos viviendas de la calle Hilario Tlapa.

En el sitio salieron los vecinos. Corrieron para resguardarse. Pidieron auxilio y arribaron unidades de rescate del mismo aeropuerto, en donde los capitanes habían dejado sus vehículos horas antes y llamado la atención por sus carcajadas.

Frente al sitio del desplome, junto a la Miscelánea María Elena, una capilla con la imagen de la Virgen de Guadalupe fue iluminada con veladoras.

Para ese entonces el lugar había sido acordonado por elementos de la Policía Municipal de Emiliano Zapata. Ingresaba solamente a la zona personal de Protección Civil del estado, Policía Ministerial y efectivos de Servicios Periciales.

A la distancia vigilaban soldados del Ejército Mexicano, Policía Federal y de la Fuerza Civil.

Los vecinos, cada uno, asomaba desde sus casas. Los más curiosos habían salido. Contaban sobre el estruendo generado por la explosión.

Reducido a fierros retorcidos, el Bell 340 impregnó la zona de olor a turbosina, combustible quemado.

Por casi cuatro horas los efectivos de la Fiscalía General del Estado realizaron labores junto con Aeronáutica Civil. Los cuerpos calcinados de David Barreda y Fausto Calderón fueron sacados del sitio en dos camionetas de la Dirección de Servicios Periciales alrededor de las 23:00 horas, después que una mujer reconoció uno de los cuerpos, el de su marido.