La frecuencia radial de los cuerpos de emergencia comenzó a registrar la caída de un helicóptero a las 18:45 horas del martes.
En minutos, la noticia había sido confirmada con detalles. La aeronave se desplomó en un predio de la comunidad Dos Ríos del municipio Emiliano Zapata.
El propio gobernador Javier Duarte daba entonces la funesta cifra en su red social Twitter: los dos tripulantes habían muerto.
Se trata de los capitanes David Barreda y Fausto Calderón, quienes pilotaban el helicóptero modelo Bell 430 con matrícula XC-VER, propiedad del gobierno de Veracruz.
La aeronave se había desplomado a unos 600 metros en línea recta del Palacio Municipal de Emiliano Zapata que se ubica a un costado de la carretera federal Xalapa-Cardel.
Los pilotos habían despegado del aeropuerto de El Lencero, con destino que aún no se ha precisado, sin más tripulantes abordo.
El accidente ocurrió todavía con luz natural, aunque en la zona se registraba intensa neblina que no complicaría las maniobras de la aeronave pues los capitanes acumulaban notable experiencia. No por nada eran de los pocos pilotos de la Dirección General de Aeronáutica Civil del gobierno de Veracruz en haber sobrevolado el Popocatépetl.
Ambos perdieron la vida al impacto del Bell 430 –aeronave para cinco plazas— justo en un predio ubicado entre dos viviendas de la calle Hilario Tlapa.
En el sitio salieron los vecinos. Corrieron para resguardarse. Pidieron auxilio y arribaron unidades de rescate del mismo aeropuerto, en donde los capitanes habían dejado sus vehículos horas antes y llamado la atención por sus carcajadas.
Frente al sitio del desplome, junto a la Miscelánea María Elena, una capilla con la imagen de la Virgen de Guadalupe fue iluminada con veladoras.
Para ese entonces el lugar había sido acordonado por elementos de la Policía Municipal de Emiliano Zapata. Ingresaba solamente a la zona personal de Protección Civil del estado, Policía Ministerial y efectivos de Servicios Periciales.
A la distancia vigilaban soldados del Ejército Mexicano, Policía Federal y de la Fuerza Civil.
Los vecinos, cada uno, asomaba desde sus casas. Los más curiosos habían salido. Contaban sobre el estruendo generado por la explosión.
Reducido a fierros retorcidos, el Bell 340 impregnó la zona de olor a turbosina, combustible quemado.
Por casi cuatro horas los efectivos de la Fiscalía General del Estado realizaron labores junto con Aeronáutica Civil. Los cuerpos calcinados de David Barreda y Fausto Calderón fueron sacados del sitio en dos camionetas de la Dirección de Servicios Periciales alrededor de las 23:00 horas, después que una mujer reconoció uno de los cuerpos, el de su marido.