Algunos dicen que la prensa, los medios y los periodistas son algo así como la métrica de la opinión pública sobre los gobernantes que nos tocan.
Si así fuera, Veracruz y su gobierno –no los veracruzanos—, por lo que se ve en los medios, arrastra una gran carga de rechazo ciudadano, de adentro y de afuera del estado. Estamos jodidos, parafraseando al entrenador de futbol Javier Aguirre.
Solamente una mirada a bote pronto a las redes sociales enseña lo desafortunado que son los veracruzanos –sólo la redacción en tercera persona me exenta— con su gobierno, el de ahora, pero también el de antes.
Dos cartones muestran lo que la incipiente democracia veracruzana nos ha dejado en los últimos años.
Uno es el de Rius. Ahí va el exgobernador Fidel Herrera, ahora cónsul de México en Barcelona, con cola de rata con la leyenda inscrita “DEUDA VERACRUZ”.
Avanza rumbo a Barcelona, con un copete a la Enrique Peña Nieto, para que no se olvide el origen de la designación.
El otro es del monero Camacho. Javier Duarte camina con esa sonrisa con tufo de que sólo Veracruz es bello y de que aquí no pasa nada.
En su andar libra a manifestantes que le reclaman la muerte de periodistas, la inseguridad, la desaparición de sus hijos.
En la televisión tampoco se escapa esa imagen que el mismo Javier Duarte dejó inscrita para el colectivo social.
El comunicador Víctor Trujillo con el personaje de Brozo lo ha vuelto a increpar:
- “Puedes ser un politiquillo de mierda, pero te detienes” –ha dicho sobre el affaire Duarte y el reclamo de una madre por su hija desaparecida.
En la prensa de este lunes se ha vuelto a ver cómo anda Veracruz en el plano nacional: mal, cada vez peor. Pero los veracruzanos, de eso, no tenemos la culpa.
Remate
El gobernador Javier Duarte escribió esto en las últimas horas. Quizá de nada sirve.